El estrés es uno de los problemas más extendido en la actualidad. Cuando éste es prolongado o intenso puede provocar un impacto negativo en la persona que lo sufre, que se hace extensible a sus relaciones personales o profesionales.
La adaptación a los cambios que la vida trae es fundamental para mantener el equilibrio emocional. En ocasiones, este equilibrio es difícil de conseguir y surgen sensaciones de «estar desbordado/a» por los acontecimientos.
Síntomas: irritabilidad, falta de concentración, problemas para dormir, pensamientos negativos, cambios en el apetito, falta de motivación, pérdida de la libido, aislamiento social y cambios de humor. El estrés también puede manifestarse en síntomas físicos, tales como trastornos de la piel, problemas digestivos, dolores de cabeza, tensión muscular, presión arterial alta y otras alteraciones somáticas.
El asesoramiento y la terapia puede proporcionar estrategias para afrontar mejor las situaciones de estrés.